El ratón perez |
Buby dejó su diente bajo la almohada y esperó impaciente la llegada del ratoncito. Pero sucedió lo que debía suceder y se quedó dormido. De pronto, un suave roce lo despertó.
Se incorporó de golpe y vio sobre la almohada a un ratón pequeño, con lentes de oro, sombrero de paja, zapatos de lienzo y una cartera roja, terciada a la espalda.
—¿Quién eres? —preguntó el niño.
—Soy Ratón Pérez —contestó el ratón.
El pequeño príncipe intentaba tomarlo por el rabo mientras el ratón continuaba eludiéndolo. Finalmente, Buby consiguió convencer al ratón para que lo llevara en sus aventuras. El ratón se subió en el hombro de Buby y pasó su rabo por la nariz del niño, lo hizo estornudar estrepitosamente y al instante, quedó convertido en un hermoso ratoncillo de piel brillante y ojos verdes. De esta forma, pudo acompañar al Ratón Pérez y salir de palacio sin ser notado.
Antes de emprender el viaje, pasaron por la casa del Ratón Pérez, que vivía con su mujer e hijos en una buhardilla, para recoger el regalo para Gilito. Luego se dirigieron a la casa de Gilito, un niño pobre que esperaba la visita del ratón de los dientes.
Al conversar con el pequeño niño pobre, el príncipe Buby conoció la miseria y la forma en que vivían sus súbditos. Conoció la existencia de otros niños que vivían de manera muy diferente a él, sin lujos, ni servidumbre. También aprendería valores durante su aventura, como el buen gobierno, la generosidad y la valentía.
Cuando Buby creció y se convirtió en rey, gobernó con bondad y fue muy amigo de los niños y un decidido protector de los ratones.
Desde entonces, es costumbre que cuando a un niño se le cae un diente, lo deje bajo la almohada para que el Ratón Pérez se lo cambie por un regalo.
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