Había una gran reja en la entrada, una reja de hierro viejo y oxidado en donde las marañas de arbustos silvestres se retorcían y formaban siluetas tenebrosas. Tras esto venía el jardín, un lúgubre terreno de sombras y de secretos. Cierta vez, fuiste allí con unos amigos, recuerdas que los llevaste a la casa con la intención de hacerles una broma, y que a Darío tras convencerlo deque pasara del otro lado, con la complicidad de Mara le cerraraste la pueerta.
La idea era darle un susto de muerte para que no fanfarronee tanto, sin embargo, Darío no quiso dar el brazo a torcer, y en lugar de regresar, se internó hacia lo más profundo del jardín hasta que lo perdieron de vista.
-¿Qué haremos ahora?
La casa parece deshabitada pero no puedes asegurarlo. Cuatro columnas de marmol como de mausoleo sostienen toda la edificación, tras ellas, la entrada al palacio decrépito. ¿Cómo es posible un lugar así?, te preguntas. Es entonces cuando recuerdas la historia del fantasma que te habían contado. Esa rídicula historia que decía que en esa mansión vivían tres jóvenes hermosas que se quitaron la vida por voluntad propia. Decían que lo habían hecho sin razón aparente y que sus espíritus en pena continuan rondando el lugar.
-¡No puede ser cierto!, exclamas
Tu prima te mira extrañada, y se sonríe porque sabe que te haz perdido nuevamente en pensamientos. Siempre se burla de esta extraña costumbre tuya.
-¿Qué cosa? ¿qué no puede ser cierto?
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ELIGE UNA DE LAS OPCIONES DE ABAJO
Decides contarle a Mara lo que sabes sobre los fantasmas de la casa
Decides guardar silencio y convencerla para entrar a la casa tenebrosa en busca de Darío
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