martes, 15 de noviembre de 2011

El crater de la esponja, el patito de jabón

¿Qué nos puede gustar a los niños más que jugar en el agua? Pues jugar en el agua con la esponja, el patito y el jabón. Todas las noches me viene a buscar, sobre las nueve, la tortuga Tranquila. Me tiene preparado en el lago de la Tranquilidad el baño más fantástico y gracioso. Gracioso el oso de espuma que me invita a pasar, a esconderme en una bola de cristal llena de burbujas.
En ella ruedo camino abajo hasta llegar al lugar donde me espera, como todos los días, el baño. A las nueve en punto, como os dije, cuatro estrellas de la galaxia Andrómeda se acercan e iluminan todo este cráter, el que voy a llamar el cráter de la Esponja, el Patito y el Jabón.
Se deslizan estas estrellas muy suavemente sobre el cielo haciendo dibujitos para que yo los vea mientras me baño. Una escalera de césped está en la entrada, me dice Tranquila que baje a su lago. Tan solo tiene tres peldaños, tres anchos y gigantescos peldaños. En el primero hay una puerta, un letrero que pone “pasa” y, claro, paso.
Es la habitación de las esponjas, la madre esponja me lleva a un jardín donde juegan cientos de esponjas de todos los colores. La mamá esponja me dice que escoja una para mi baño, también me dice que cuando vaya al lago de la Tranquilidad que entre aquí y que elija la esponja que más me guste, siempre una distinta para que no tengan celos entre ellas.
En esta ocasión me inclino por una verde con forma de cangrejo, huele a menta y es suave como el terciopelo. Cuando cojo la esponja me doy cuenta de que se mueve, que está viva. Le pregunto cosas y me contesta. Bajamos las tres, Tranquila, la esponja y yo, al segundo escalón y veo otra puerta, también paso.
Aquí tan solo hay un pequeño patito de color amarillo melón, en cuanto me ve me da dos besos y se sube a mi mano. Me dice que le cante una canción. Con la esponja en una mano y el patito en la otra, bajo al tercer escalón, abro esta tercera puerta y me espera una tarta de jabón. Está cortada en cientos de trozos triangulares, de multitud de colores y olores.
Cojo un trozo amarillo olor a limón. Con la esponja, el patito y el jabón, me voy del tercer escalón, no sé como hago pero ya me encuentro toda desnudita en el lago. Las cuatro estrellas que me iluminan se acercan a la cocina y Luna descansa sentada en una esquina, Tranquila me hace la cena y yo pienso por qué no se baña conmigo, que pena.
Me dice Luna que lo importante del baño es:
Chopf chopf
Chapoteo en el agua, el jabón en la esponja se sienta y despacito, con uno o dos dedos, las dos cosas se mezclan.
Chopf chopf
Con movimientos circulares, se frota la esponja, verde olor a menta, contra mi cuerpo, y no importa que tenga lunares.
Chopf chopf
El agua templada y flotando mucha espuma, la pongo en el pelo y también en la nariz, me cubro las manos y me sumerjo en un tris.
Chopf chopof Para jugar, el patito, da muchas vueltas y cuando lo miro se queda quietito. Cuidado con los ojos, con los oídos y la nariz, que no entre el jabón porque no debe engañarnos que sea un trozo de tarta amarillo olor limón. Dejar que la esponja se esconda entre los dedos de los pies, debajo de los brazos y detrás de las orejas también.
-Es hora de salir – me dice Tranquila, – y casi más importante que el baño es, te lo digo con cuidado:
El secado. Las estrellas se marchan y se acerca una toalla, me seca muy despacio de la cabeza a los pies, me pongo a hacer el pino y veo el mundo al revés. Unas zapatillas siempre a la salida y una bata, si puede ser, sabor a nata. El pelo bien seco para cuidar la garganta y, si vamos ya para cama, a esconderse bajo la manta.
Fin

Por Kike, el duende

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