martes, 6 de diciembre de 2011

La hamburguesa de ratón


Había una vez un gato que se llamaba Maula que se había despertado con muchas ganas de comerse una hamburguesa de ratón. Mientras ronroneaba en sus pensamientos se frotaba su panza peluda y se decía:
-¡Ay pancita! Ojalá tuviera un ratoncito para poder hacer con él un bocadillo.
Entonces apareció desde un agujero que había a un costado de la heladera un pequeño pero gordito ratón gris que silbaba y cantaba una canción que decía: "Aunque los gatos se me acerquen y quieran comerme no podrán, porque este ratón que no se baña huele a estiércol y sabe mal"
Entonces el gato Maula que lo vio pasar orgulloso y sin miedo alguno se le arrojó para devorarlo. Más la peste del pequeño ratón era tal que no pudo acercarse ni unos centímetros.
-¡Jamás me comerás malvado gato! Pues soy ratón y no me baño -dijo el gris y roñosito ratón
Y esta misma situación comenzó a repetirse cada día, cada semana, cada mes. La rabia que tenía Maula era feroz. Daba vueltas y vueltas pensando en como podría atrapar al desgraciado ratón y prepararse una suculenta hamburguesa con él. Pensó y pensó, hasta que encontró la solución: a partir de ese día el tampoco volvería a lamerse, entonces el olor de su cuerpo sería mucho más apestoso que el del ratón. De ese modo lo atraparía y se lo comería. Pero al final todo le salió peor porque Melisa, su pequeña dueña de 8 años, se enojó mucho al ver que Maula no se aseaba como correspondía, así que decidió prepararla un espumoso y refrescante baño en la bañera. Maula quiso escapar, pero fue apresado de la cola y sumergido sin piedad por Melisa. Desde un rincón alejado, el ratón roñoso se mataba de risa.

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